6 feb 2008

De Castillos, Balcones y Ventanas

Ya de chico sabía que cumpliría mi sueño, en él cabalgaba hasta el pie de un castillo medieval para rescatar a la princesa encerrada en la torre mas alta…y vivieron felices por siempre…

Pero que romeo no sueña acaso con Julieta, que Peter Pan no añora que la próxima ventana sea la de Wendy. Así pasaron los años con balcones vacíos y ventanas cerradas. Los héroes se vuelven ordinarios y sus trajes se tornan grises, vamos olvidando la esencia, la magia.

Van quedando rezagados los poemas de Neruda que trajeron en sus versos mis primeros besos en la época de las caras con granos y las guerras al espejo. Esas mentiras inofensivas, esas verdades eternas, esos Eneros en la playa escribiendo nuestros nombres en la arena, los primeros sueños de una noche de verano. El mundo seguía girando que es lo suyo; queríamos vivir sin ser adultos escapándonos de sus miradas para estar juntos tirados en el pasto poniéndole nombres a las estrellas. También las primeras desventuras, los primeros ojos tiernos que he mirado, el no volver a verla para siempre, el no preocuparse por casi todo, el ser feliz con casi nada.

“Adaptate a estos tiempos” me gritaron los cantos de sirena a cambio de sus besos de bijuterie y sabanas de camas congeladas, y así fui olvidando los balcones, las ventanas. Fui descuidando la rosa en mi pequeño planeta, olvidándome de las esencias, de los perfumes sin botella, de los cuarenta y tres atardeceres en un día. Me fui domesticando, mezclándome con gente, perdiéndome en la multitud de un engranaje de sueños enlatados y entalcados, vendidos a color y en terciopelo.

Creo que fue ahí donde Sigfrido dejo de soñar con su Odette y se fue con Odile pero esta vez ya no había cisnes en el lago. Maldita decisión. Vacío e inmóvil sin miradas tiernas que puedan desoxidar mi corazón, fui perdiendo egoístamente amores por no darles el tiempo necesario a que maduren y florezcan. Sí, fui egoísta y ególatra, lo admito; perdí lo simple en manos de estrategias calculadas y fracase una y mil veces por tratar de no ser yo mismo, viviendo de suspiros de teatro con lagrimitas de plástico sobreactuadas.

Un amor vino igual a rescatarme, era yo el que estaba atrapado en el castillo, ciego de vivir ya largo tiempo en lo oscuro. Me mostró el sol y el mar, pusimos nuevos nombres a las estrellas. Supo quererme a su manera pero era yo el que no supe entenderla y fue así como partí, hacia otras tierras y yo volví temblando a encerrarme en mi castillo, a descreer en las Julietas

Vinieron tiempos de falsa belleza, de comida rápida, de sálvate si puedes. De dioses muertos, del fin de la utopía. Apuñalando al romanticismo por la espalda, nos cubren de sombras, de mascaras, de cortinas. Volver a cabalgar no es fácil, lo sé. Pero está, puedo nuevamente sentirlo como cundo era chico, en alguna torre que no sea rascacielos, alguna ventana sin sus vidrios espejados o algún balcón sin cerramiento, mi princesa, mi Wendy, mi Julieta.
S.G.

1 comentario:

Tuky dijo...

joder!!! que textazo!!! amè este pos muchachos!!!