19 mar 2008

Una de cisnes enamorados


Esta es la noticia que me gustaría destacar hoy (click!).

Nada de gente que se muere o de robos o de corrupción política (valga la redundancia).

Un Cisne enamorado de un bote con forma de cisne.

Por suerte toda verdadera historia de amor tiene un final felíz y ésta no es la excepción. Lean el artículo y verán a qué me refiero.
PS: No. No tiene nada que ver que el cisne se llame Petra. Digo... no es una indirecta ni nada. Eeeh... creo que callado quedo más decorativo. ^_^
H.

6 mar 2008

Buenos Aires: Ciudad de Julietas

Buenos Aires es una ciudad hecha de sueños.
Sueños de foráneos que vinieron a forjar la patria y a forrarse los bolsillos.
Foráneos que más tarde vinieron escapando de la guerra y la miseria.
Es una ciudad hecha de Italianos, Españoles y Judíos. Sangre, sudor y lágrimas, respectivamente.
Por eso, los descendientes de semejante mixtura vivimos de sueños por los que damos la vida, trabajamos y lloramos.
La arquitectura de esta ciudad no es más que el reflejo de esta mezcolanza de trazas, credos y razas. Modernos, antiguos, florentinos, victorianos, coloniales... hay para todos los gustos. Pero rumbeando hacia el tema que nos convoca, quisiera hacer foco en una parte de la anatomía edilicia y que el señor Neruda me perdone: el balcón. Ese lugar que forma parte de la casa y a la vez es parte de la calle. Esa zona intermedia que no es ni adentro ni afuera. Allí Julieta puede jugar a su amor prohibido, caminar por la delgadísima linea que separa el dar rienda suelta a su emoción del mancillar el buen nombre de la familia. Esa indefinición es lo que permite confundir a los amantes en su abrazo, sin dejar de escuchar la voz de alarma en caso de ser descubiertos. Esa confusión es lo que les hizo equivocar el canto del pájaro de la tarde por el de la mañana.

¿Cuántos amaneceres te tomaron desprevenido en un balcón?

¿Ninguno? Pues entonces, no has vivido lo suficiente.

Pero volviendo a Buenos Aires...
Balcones hay de todos los tamaños y formas.
Los hay para acodarse a mirar pasar la vida mientras suspiramos los besos no dados.
Los hay para salir a llorar, mientras adentro todos cantan festejando a quien que se va de viaje, buscando un nuevo horizonte lleno de promesas.
Los hay para compartir un secreto a media noche - para que no se enteren los padres de aquello que es espectáculo del escandalizado vecindario -.
Los hay para llegar volando entre sueños a robar un beso. Con alas de cisne, en los labios. Con alas de murciélago, en el cuello.
Balcones para amar. Para enterarnos de que no nos aman más. Para salir desesperados a tomar esa bocanada de aire que la angustia nos apresa en el pecho. Para dejar caer cosas. No sé... una carta lacrimógena hecha un bollo, una pestaña que se nos quedó pegada en el dedo despues de pedir un deseo, un beso soplado a la distancia. Dejar caer la autoestima, la moral y las buenas costumbres. Por último, dejar caer el propio cuerpo... libre, con los brazos abiertos esperando el encuentro con el amor muerto.
Y me pregunto -igual que Björk- si al golpear mi cuerpo en el suelo mis ojos estarán abiertos o cerrados.

Suspiro profundo y abro los ojos. Hoy soy un Romeo en el balcón, esperando a una Julieta trepadora. Porque acá, en Buenos Aires se pueden cambiar los papeles, pero el amor se renueva y se reinventa cada vez. Porque el amor es lo que hacemos; darnos al otro por entero todos los días.

H.